Testimonios
Desde que conocí las flores de Bach –hace unos tres o cuatro años-, fue un período en el que me estaba volcando a mi misma. Independiente de la razón o las circunstancias que el universo puso enfrente de mi para conocer este camino, me quedo con la hermosa sensación del autoconocimiento y, sobre todo, de la sanación a partir de uno mismo.
Las flores empezaron a calar muy hondo en mí. Pasé por altos y bajos, los que de cualquier manera me orientaron en lo que mi alma dictaba que yo era, soy. Experimenté mejoras, las que se vincularon con el amor propio (tan escaso en ese entonces… tan desorientado y desenraizado) para poder comprender que solo desde ahí parte el amor a todo y todos.
Me sentí llamada. La necesidad de hacer contacto con la tierra que me engendró. La inexplicable sensación de paz al encontrarme rodeada de la naturaleza. Acudí. Y tanto como el universo me presentó las flores debido a las circunstancias, fueron estas mismas las que me llevaron a conocer este diplomado, por medio de la revista Mundo Nuevo. Y algo hizo el llamado en mí. Algo resonó. Acudí. Y viví, compartí con personas diferentes entre ellas y conmigo, pero conocidas a la vez en mí. Personas que brillan y dejaron ver ese resplandor, dando un voto de confianza. Resonamos.
Con y en el diplomado seguí la pista que mi alma gritaba. Necesitaba encontrarle sentido a las cosas y a mi vida. Necesitaba darle coherencia a mi vocación docente y no perderme en el vicio de la misma. Wild Oat fue mi mentora en este proceso, ya que me indicó el camino que debía seguir mi alma. Solo en la naturaleza me encuentro en resonancia, entiendo el sistema natural y lo respeto. Sólo en la naturaleza fui capaz de encontrar el sentido y el rumbo que creí perdido. Con el amor a las flores me encontré y emprendo el vuelo".